‘Muy lejos’: buscándose la vida en Utrecht
La interpretación de Mario Casas, dirigido por el debutante Gerard Oms es potente, creíble, dando vida y cierto misterio a un individuo que monta su existencia en un territorio hostil


Muy lejos es la primera película que dirige un señor llamado Gerard Oms. Y estoy deseando ver la siguiente. Leo una entrevista con él en la que cuenta con naturalidad que su sueño era ser actor y lo intentó, pero no se gustó nada. Esa experiencia frustrada le sirvió para ganarse la vida de otra forma. La paradoja es que lo hizo como entrenador de actores. Mario Casas fue uno de ellos. Este le agradeció a Oms el trabajo que había hecho con él dedicándole el Goya que recibió por su interpretación en No matarás.
No es extraño por tanto que Oms haya elegido a Casas para protagonizar Muy lejos e imagino que este lo aceptó sin la menor sombra de duda. Con agradecimiento y admiración mutuos. El resultado es notable. La interpretación de Mario Casas es potente, siempre creíble, dando vida, supervivencia, cierto misterio a un individuo que decide montar su existencia en un territorio hostil por tantas razones, incluyendo el desconocimiento del idioma y el tener que buscarse cotidianamente un plato de comida y un techo compartido. Y la forma de Oms al narrar esta historia es inteligente y honesta, mostrando una realidad nada amable, haciéndolo con sutileza y verosimilitud. Este director ha revelado su admiración por el cine de los hermanos Dardenne. Supongo que estos reconocerían en Oms a un discípulo excelente. Retrata sin énfasis, ni manipulación emocional, ni afanes líricos esa cosa tan problemática llamada realidad. Y te crees los ambientes y los personajes que retrata, perdedores que se las ingenian para seguir tirando en curros nada envidiables.

El arranque es enigmático. Un hincha del Espanyol que ha ido a Utrecht para animar a su equipo, rodeado de colegas y de su hermano, decide cuando va a retornar en el aeropuerto que se queda en esa húmeda ciudad. No explica sus razones. Solo las conoce él, y al final podemos atisbar con un apunte leve que ha podido tener algo o mucho que ver con una sexualidad incierta o que en su ambiente y en su familia podría resultar problemática. O no. Pero intuimos que huye de algo. Y que tampoco le esperan días de vino y rosas.
No tiene un euro, lavará retretes, ejercerá de pinche de cocina, formará parte explotada del mundo de la emigración, constatará que el racismo y el desprecio hacia el pobre también funcionan en la Europa más civilizada aparentemente. Todo huele a mugre y frío, a estímulos mínimos, a solidaridad frágil, al cotidiano sálvese quien pueda. Y a un poquito de calor humano en algunas ocasiones. Nada está subrayado, no hay discursos trascendentes, sí pequeños gestos que dicen mucho, una atmósfera muy real, la sensación de que una cámara oculta está filmando las calles y la gente.
Solo se permite un rasgo de humor y de sorna con la aparición de un buscavidas errante y con vocación cínica que interpreta muy bien David Verdaguer, el señor que se metió en la piel y en el alma del humorista Eugenio en la admirable Saben aquell. Sigo dándole vueltas a cuál será el futuro del voluntarioso antihéroe de Muy lejos. Es la prueba de que ha sido interesante pasar 100 minutos con un individuo que no posee ningún atributo excepcional. Tampoco la gente que le rodea. Pero el clima que crea el director, sin la menor intención de hacer una película de tesis, está muy logrado. ¿Cine social, cine sicológico? Serían definiciones tan previsibles como facilonas. Lo que está claro es que está realizada con talento y verismo.
Muy lejos
Dirección: Gerard Oms.
Intérpretes: Mario Casas, David Verdaguer, Ilyass El Ouahdani, Raúl Prieto, Nausicaa Bonnín.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 100 minutos.
Estreno: 11 de abril.
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