La cáscara de la nuez
Con la Reforma, el catolicismo se quedó con la liturgia, las ceremonias, las procesiones, las sagradas vestiduras bordadas, el barroco de Bernini y la Capilla Sixtina


Un día le preguntaron a Salvador Dalí: “¿es usted creyente?”. Dalí contestó: “no soy creyente, pero soy practicante”. Tal vez el pintor no fue consciente de que con este desplante tocaba una tecla muy sensible de la actitud ante la religión. De hecho, hay que remontarse a 1517, año en que Lutero se enfrentó a Giovanni de Médici que gobernaba la Iglesia con el nombre de León X, un Papa depravado, corrupto, amante de los placeres, aficionado a impartir el sacramento del veneno a sus enemigos. Frente a este estado de desenfreno, Lutero comenzó a elaborar las 95 tesis que fueron la base del protestantismo. Con la Reforma los protestantes se llevaron la fe, la interpretación personal de la Biblia, la austeridad del culto en los templos desnudos, la comunicación directa entre el creyente y Dios. Lutero se llevó el interior de la nuez y el catolicismo se quedó con la cáscara que era la liturgia, las ceremonias, las procesiones, las sagradas vestiduras bordadas, el barroco de Bernini, Miguel Ángel, la Capilla Sixtina, Caravaggio, el esplendor del culto, la belleza de las imágenes y la magnificencia de los mármoles. Con el pecado el protestante cargaba con la culpa en la nuca y la ceniza en la frente hasta el último momento de su vida; en cambio, el católico se podía permitir ser un asesino y bastaba con arrepentirse y recibir la absolución para quedar perdonado. No es necesario ser creyente para quedar fascinado por la estética de ese desfile de cardenales que discurre con un ritmo muy medido bajo los frescos de Rafael. No crees en Dios, pero te saltan las lágrimas cuando en la noche sevillana oyes una saeta y ves pasar en medio del silencio al Cristo de los gitanos. No crees en Dios pero te estremeces al oír el Aleluya de El Mesías de Händel en una catedral encendida en oro por todas partes. No crees en Dios, pero guardas cinco horas de cola por ver un Papa muerto en una caja. Si te dan a elegir ¿qué prefieres, la fe desnuda o esta bellísima cáscara de la liturgia?
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