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Turquía, Sudáfrica y Moscú exigen explicaciones a Londres por espiarles

La inteligencia británica interceptó en 2009 llamadas y correos de varias delegaciones participantes en dos cumbres del G20 en la capital británica

Turquía, Sudáfrica y Moscú exigen explicaciones a Londres por espiarles afp

borja bergareche

El clima con el que ayer arrancó la primera cumbre del G8 en suelo norirlandés de la historia quedó definitivamente enrarecido, con las bombas sirias y los gases lacrimógenos turcos de fondo, por las sorprendentes revelaciones de que los servicios de inteligencia británicos espiaron las comunicaciones por teléfono y correo electrónico de varias delegaciones oficiales participantes en dos cumbres del G20 celebradas en Londres en 2009.

Mientras el anfitrión, el «premier» David Cameron , se paseó ayer en mangas de camisa para dar un ambiente familiar y ejecutivo a la reunión en el Ulster de las ocho economías industrializadas, las informaciones destapadas por «The Guardian» rociaron el encuentro de un inevitable aire de falsa cordialidad.

Turquía pidió una «explicación oficial y satisfactoria»La documentación clasificada que se habría llevado Edward Snowden , el joven exanalista de la CIA desaparecido en Hong Kong tras desvelar las actividades de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EE.UU., habrían servido al diario londinense para destapar un sofisticado operativo de escuchas para espiar comunicaciones y documentos de trabajo de los ministros y diplomáticos participantes en dos reuniones en abril y septiembre de 2009.

Ayer, los tres países identificados por ahora como víctimas de las interceptaciones realizadas por el Cuartel General de Comunicaciones británico (GCHQ por sus siglas en inglés, la agencia de inteligencia responsable de vigilar y descifrar las comunicaciones), reaccionaron con visible enfado a las revelaciones. El gobierno turco pidió una «explicación oficial y satisfactoria» al Reino Unido, transmitida por vía telefónica al embajador británico en Ankara. «Si existe la mínima verdad en cualquiera de estas alegaciones, constituiría evidentemente un escándalo», señala el comunicado oficial turco, que insiste en que «un acto así por un país aliado sería considerado como inaceptable» .

Según «The Guardian», las blackberry del entonces ministro turco de Finanzas, Mehmet Simsek, y de varios miembros de su equipo fueron «pinchadas» para escuchar sus llamadas y leer sus emails , un sistema con el que los agentes obtuvieron «copias avanzadas de los briefings sobre el G20 a los ministros» invitados. Ambos países son miembros de la Alianza Atlántica. El gobierno sudafricano, por su parte, pidió también en un comunicado a Londres que «investigue este asunto de forma completa para tomar acciones visibles contra los responsables». Sudáfrica es miembro de la Commonwealth. Al parecer, la unidad de «hackers» del GCHQ había logrado penetrar desde 2005 los sistemas informáticos del ministerio de Exteriores del país «amigo».

Ventaja negociadora

Disponer de esta información debió proporcionar una considerable ventaja negociadora al Reino Unido en unas reuniones en las que se decidieron las líneas maestras de los planes de rescate y de la reforma de las instituciones financieras globales. Así lo entendían, al menos, los servicios de inteligencia británicos, a tenor de los documentos desvelados. El GCHQ resume así su tarea: « Asegurarse de que la inteligencia relevante para la consecución de los objetivos del Gobierno de Su Majestad durante su presidencia del G20 llega a los clientes en el momento adecuado y de forma que les permita hacer un buen uso».

«Las relaciones entre Londres y Moscú empeorarán»Los «clientes» serían, obviamente, los ministros y negociadores británicos y, aunque no aportan documentos que lo demuestren, «The Guardian» considera que tanto el «premier» laborista, Gordon Brown, como su ministro de Exteriores, David Miliband, debían al menos estar al corriente de una extensa operación de espionaje de líderes extranjeros.

Los radares del espionaje británico y de la NSA intentaron, incluso, interceptar las comunicaciones del presidente ruso, Dmitri Medvedev , transmitidas de forma cifrada —como descubrió el GCHQ— desde la embajada rusa en Londres hacia Moscú.

En este contexto, el apretón de manos ayer de Cameron con su homólogo ruso, Vladimir Putin , a su llegada al hotel de lujo donde se celebra la cumbre del G8 estaba cargado de mensajes subliminales. Aunque una portavoz de Medvedev se negó ayer a comentar las informaciones, varias fuentes oficiales rusas citadas por distintos diarios británicos insisten en que no harán más que «empeorar» las relaciones entre Londres y Moscú , marcadas por las discrepancias sobre Siria y el asesinato del exagente Litvinenko.

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