Sabalenka, la número uno con mayúsculas
La bielorrusa se impone con holgura a Pegula (7-5 y 6-2) y conquista por primera vez Miami, a la vez que incrementa la brecha con Swiatek: más de 3.000 puntos


Ahora sí, Aryna Sabalenka levanta los brazos, sonríe y festeja. Tras el chasco en Australia y posteriormente en Indian Wells, negada en aquellas dos finales por Madison Keys y la joven Mirra Andreeva, la número uno se dispara otra vez (7-5 y 6-2 a Jessica Pegula) y atrapa su primer trofeo de prestigio de la temporada. Triunfó en enero en Brisbane, pero la fortuna le había sido esquiva a partir de ahí; dos derrotas dolorosas y también dos patinazos en el desierto árabe, primera y segunda ronda allí, hasta este último mordisco liberatorio que le concede su decimonoveno título, el octavo de categoría 1000. Vuelve la de Minsk por sus fueros, elogio a la regularidad y cada vez más consolidada en la silla de mando, toda vez que Iga Swiatek ha cedido terreno y la amenaza de Coco Gauff ha perdido fuerza.
Día tras día, a Sabalenka se le va poniendo cada vez más cara de número uno, de campeona, de ganadora en serie. De tenista dominante. Son ya 31 semanas en lo más alto del circuito y una renta de más de tres mil puntos (3.071) con respecto a Swiatek, a quien se le presenta un doble horizonte: reflotar o distanciarse aún más. La gira sobre tierra que se avecina es su hábitat, al mismo tiempo que todo lo que no sea defender el éxito del curso pasado en Roland Garros supondría un aumento de la brecha y de las dudas. De camino allá, otro aldabonazo de la bielorrusa, como pez en el agua en una pista en la que la bola viaja veloz y bota más bien poco; ideal, pues, para esos trallazos suyos que desde octubre marcan el ritmo en un entorno que demandaba rostros reconocibles, y ninguno lo es más que el de Sabalenka.
Basta con ver cómo gesticula y aprieta los dientes a la hora de atacar la pelota. Intimida. Nadie pega más duro que ella (26 años) ni se sostiene con tanta firmeza en los partidos. Y eso que este contra Pegula transcurrió durante un buen rato entre vaivenes y caos, descontrol y breaks por doquier. Cinco veces perdió la estadounidense el servicio en la primera manga y tres ella; siete y cuatro en total. Es decir, más de la mitad de los juegos se resolvieron con una rotura. En cualquier caso, en ningún instante pareció que Sabalenka pudiera perderlo. Tiene Pegula buenas maneras e inteligencia en el peloteo, pero a su tiro le falta picante y al planteamiento una alternativa. Quiso enredar todo el rato por la misma vía y se topó una respuesta fulminante: así, no. El poder de la número uno exige de mucho más para tumbarla.
a rollercoaster of a point 🎢#MiamiOpen pic.twitter.com/IJxxkb1abX
— wta (@WTA) March 29, 2025
Le faltó osadía y atrevimiento a Pegula, una tenista que sin hacer ruido se ha encaramado al cuarto puesto, pero que no termina de romper. Siempre neutra, cerca de lo inexpresivo, compite bien entre aguas mansas y tiende a decaer si la cosa está revuelta. A sus 31 años, parece haber alcanzado su límite, que no es menor. Sin embargo, insuficiente para tutear de verdad a una Sabalenka que ya le rindió en dos finales la temporada anterior, Cincinnati y US Open. Juegan en dos ligas diferentes. Cabalga prácticamente sola hoy día la vencedora, que ya ha tachado seis de los diez miles que refleja la competición y celebra por primera vez en Miami, su lugar de residencia. Hegemónica en dura, si gana ascendencia sobre tierra y hierba el tenis podría estar ante la dueña de una época. En progresión constante, rara vez no está ahí.
Era, al fin y al cabo, una cuestión de creérselo. Resueltos los problemas con la mecánica del servicio —que inundaba su hoja de servicio de dobles faltas— y una vez templada (lo justo) esa sobreexcitación que le hacía extraviarse en demasiadas ocasiones, la gobernadora ha puesto la directa y no mira hacia atrás. Si el mandato de Jannik Sinner en la ATP es sólido, el de ella es similar. Hambre y más hambre por su parte. Hubo poca miga este sábado. La lluvia retrasó hora y media el duelo, de ahí quizá ese arranque resbaladizo —del 2-0 al 2-3 adverso— que después fue corrigiendo sobre la marcha, a tirones, entre un oleaje que no la desestabilizó. Atado el primer set, a todo gas por la autopista. Brazo y más brazo, pegada y más pegada para decantar a estacazos —31 ganadores frente a 12— un episodio que lo corrobora: ella arriba, el resto a sus pies.
BADOSA: OBJETIVO MADRID
Paula Badosa había publicado en los últimos días una serie de mensajes en los que lamentaba este último parón, forzado una vez más por la lesión que sufre en la espalda desde hace dos años. No obstante, la catalana no había precisado cuándo pretendía reaparecer.
Antes de la mala noticia de Miami, obligada allí a renunciar al duelo de octavos frente a Alexandra Eala, su hoja de ruta marcaba el paso por Charleston y Stuttgart antes de intervenir en Madrid, torneo que siempre le ha hecho especial ilusión.
Y ahí es donde apunta, según reveló en una entrevista concedida a El Larguero de la Cadena Ser. “Me había asustado, pero esta vez no voy a tener que estar siete meses fuera del circuito, por suerte. Es una pequeña hernia. Tengo un mes y espero que la espalda me responda”, afirmó la novena del mundo.
Badosa tuvo que retirarse del torneo de Mérida en febrero, cuando disputaba los cuartos de final, y luego descartó jugar en Indian Wells; en Miami, otro intento frustrado y ahora la doble renuncia al despegue de la gira de tierra.
“Hay momentos que digo: no puedo más. Pero el amor que tengo por este deporte me hace seguir, porque necesidad, si somos sinceros, no la tengo”, expresó; “quiero seguir y me digo: va, un poco más, esta va a ser la última infiltración y ya paro. La última, la última… Y así es como que voy empujándome”.
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